Baikonur, el primer cosmódromo del mundo.
Todas las legendarias odiseas espaciales de la Unión Soviética partieron del mismo punto: el cosmódromo de Baikonur, perdido en la estepa de Kazajistán. El lugar, donde despegó el primer satélite artificial de la Tierra, el primer aparato que voló hacia la Luna y la primera nave orbital pilotada, un lugar que se convirtió en uno de los más grandes símbolos de la era espacial.
El Cosmódromo de Baikonur (en kazajo, Байқоңыр ғарыш айлағы, Bayqoñır ğarış aylağı; en ruso, Космодром Байкону́р, Kosmodrom Baykonur) también llamado Tyuratam es la mayor y más antigua instalación de lanzamiento espacial del mundo. Originariamente fue construida por la Unión Soviética. Está bajo control de Rusia, desde el colapso de la URSS en 1991, aunque se ubica en Kazajistán, en la provincia de Kyzylorda. Situado a 200 km al este del mar de Aral, junto al río Syr Darya, cerca de la ciudad de Tyuratam, en la parte sur central del país.
El cosmódromo de Baikonur es la primera base espacial de la Tierra. Desde allí se han realizado 2500 lanzamientos de cohetes espaciales con varios equipos cósmicos pero su mayor riqueza es su historia y las personas que contribuyeron al desarrollo de la industria espacial de Rusia.
El nombre Baikonur se eligió a propósito para desviar la atención de Occidente haciendo creer que el lugar estaba cerca de la ciudad de Baikonur, una ciudad minera 41 km al sur del centro espacial en un área desértica cerca de Dzhezkazgán. Las coordenadas geográficas del cosmódromo son 45°57′54″N 63°18′18″ECoordenadas: 45°57′54″N 63°18′18″E (mapa).
Baikonur era el centro de operaciones del ambicioso programa espacial soviético desde finales de los años 1950 hasta los años 1980 y está equipado con instalaciones completas para el lanzamiento de vehículos espaciales tanto tripulados como no tripulados. Soporta una amplia gama de cohetes: Soyuz, Protón, Tsyklón, Dnepr y Zenit. Juega un papel esencial en el desarrollo y en la realización de operaciones rutinarias de la Estación Espacial Internacional.
La fecha oficial de fundación del sitio se considera el 2 de junio de 1955. Se construyó originalmente como un centro de lanzamiento de misiles de largo alcance y más tarde se expandió para incluir instalaciones para vuelo espacial. A su alrededor, se construyó una ciudad de soporte de la instalación con escuelas, apartamentos y demás para los obreros. En 1966 se le dio el título de ciudad y fue llamada Leninsk, más tarde se renombró como Baikonur en 1995.
La creación del cosmódromo, la construcción de su amplia infraestructura y de una potente base de investigación fue uno de los más importantes pasos para el desarrollo de la ciencia y tecnología soviética.
Un valle lleno de historia
«Valle rico», es lo que Baikonur significa en kazajo, el nombre que recibe el desierto al este del mar de Aral, el lugar desde donde comenzó la conquista del espacio. Entre los planes para construir el primer -y más grande- cosmódromo del mundo estaban Daguestán (en el Cáucaso), el oblast de Mariiski e incluso el de Astracán. Pero en la estepa kazaja se encontró una combinación ideal de factores: lugar suficiente para ubicar a la distancia necesaria los receptores terrestres de las señales de radio, la cercanía al Ecuador y la gran cantidad de días de sol al año.
Entre los nómadas que vivían en estos parajes hacía siglos que circulaba la leyenda del pastor negro. Según esta, un pastor negro confeccionó una enorme honda con piel de ternera. Cuando en el horizonte aparecían enemigos, lanzaba al cielo piedras incandescentes. Al caer estas a tierra abatían al enemigo y le hacían huir horrorizado a toda velocidad. Y en aquellos lugares donde caían no crecía nada, los animales morían y durante mucho tiempo quedaban parches quemados de tierra. Por mucho que la leyenda fuera una invención, hoy aquí se puede ver algo parecido: desde la inmensa ‘honda’ del cosmódromo vuelan cohetes ‘ardientes’.
Camino secreto a las estrellas
El primer paso en el camino de la humanidad hacia el espacio se dio el 12 de enero de 1955. Ese día, en la estación de ferrocarril de Tiuratam, se separaron dos vagones del tren que acababa de llegar. Se trataba del primer grupo de trabajo que debía preparar todo lo necesario para recibir a la brigada de constructores de Baikonur.
Desde la estación de Tiuratam salen unos raíles que tras un kilómetro se interrumpen abruptamente en la estepa. Este ramal del ferrocarril no se terminó nunca. Dicen que cuando el futuro director de construcción del complejo de tecnología de misiles espaciales, Serguéi Koroliov, llegó al lugar vio los raíles que acaban en medio del campo y tomó la decisión de construir la pista de lanzamiento en el mismo lugar donde se terminaban. Así apareció la primera pista de lanzamiento de Baikonur: la plataforma Gagarin. Pero hasta el día de hoy siguen transportándose los cohetes por los raíles fundidos a principios del siglo XX.
Visitar Baikonur es una experiencia parecida a hacer un viaje en el tiempo. La ciudad del sur de Kazajistán en la que la URSS construyó en los años 50 el cosmódromo desde el que Rusia sigue lanzando la mayor parte de sus misiones espaciales y entrena a sus cosmonautas, aún conserva el aspecto de la época en la que este lugar se convirtió en la primera puerta de la Humanidad al espacio. Sus sobrios edificios, sus monumentos, sus calles o el mobiliario de los hoteles irremediablemente transportan al visitante a la década de los años 60.
Las anchas tuberías que habitualmente están enterradas, aquí están al descubierto y recorren una ciudad en la que el gris es el protagonista, sólo interrumpido por los coloridos columpios para niños. En sus plazas se alternan con naturalidad estatuas de Lenin con aviones y cohetes en desuso exhibidos en pedestales. De vez en cuando, se ven algunos caballos y vacas habituadas a la estepa en la que durante muchos años prácticamente sólo había camellos.
«Hasta 1955 aquí no había nada», recuerda Galina Milkhova, subdirectora del museo de la ciudad. «Un año antes, llegaron los militares y sus familias, pero no sabían que iban a construir un cosmódromo. Cuando uno de los trabajadores le preguntó a Serguéi Koroliov [ingeniero y diseñador del programa espacial soviético], éste le respondió que iban a levantar el estadio más grande del mundo», señala.
Desde Baikonur (antes llamada Leninsk) se lanzó el primer objeto creado por el hombre (el satélite Sputnik) y decenas de cosmonautas caninos (tras la muerte de Laika, Belka y Strelka regresaron vivas a la Tierra convertidas en auténticas heroínas tras confirmar que los seres vivos pueden sobrevivir al ambiente espacial). Pero, sobre todo, Baikonur es el lugar desde el que el 12 de abril de 1961despegó Yuri Gagarin, el primer humano en viajar al cosmos y el gran héroe de la época dorada soviética de la exploración espacial.
Entre los años 1970 y 1980 Baikonur fue el principal cosmódromo de la Unión Soviética. Pero tras la desintegración de la URSS, la base quedó situada en el territorio de Kazajistán. Actualmente Rusia tiene un contrato de arrendamiento hasta el año 2050. En Baikonur se realiza más del 50 % de los lanzamientos de las naves espaciales de Rusia. El centro cuenta con dos aeropuertos, 470 kilómetros de vías férreas, 1281 kilómetros de carreteras, 6610 kilómetros de líneas de telecomunicación, 360 kilómetros de oleoductos, 92 puntos de comunicación, así como con una planta de producción de oxígeno y nitrógeno, esenciales para los cohetes.
El contrato de alquiler se ha prorrogado hasta al menos 2050, pero el futuro del legendario cosmódromo es incierto y con él, el de sus habitantes, cuya economía se basa en el espacio. «Aproximadamente entre el 70 y el 75% de los 56.000 habitantes de Baikonur son kazajos», explica un trabajador de Roscosmos que nació aquí. Además de Baikonur, Rusia cuenta con otros tres cosmódromos, que se usan sobre todo con fines militares: Plesetsk, Kapustin Yar y Svobodni, que quedará unido al de Vostochny, a cuya construcción se destinarán al menos unos 2.700 millones de dólares.
Baikonur es un sitio especial que se percibe antes de bajar del avión, cuando se divisan kilómetros y kilómetros de la monótona estepa kazaja en la que periódicamente caen los cosmonautas y astronautas apretujados en las estrechas cápsulas Soyuz cuando regresan a la Tierra tras sus misiones en la Estación Espacial Internacional (ISS). Es una tradición que, tras el aterrizaje, sean acomodados en sillas de piel para habituarse a la gravedad terrestre, y se coman una manzana, un producto que, por cierto, tuvo su origen en el territorio que hoy es Kazajistán. Hoy en día sigue siendo el mayor cosmódromo del mundo y su actividad es intensa.
Baikonur seguirá siendo utilizado, al menos, durante los próximos años, aunque el plan de Moscú es que el porcentaje de lanzamientos rusos que acoja baje del 65% actual al 11% en la próxima década. Sea cual sea su futuro, al menos este extraño lugar seguirá siendo un museo al aire libre de los sueños del hombre.
Baikonur en el Cine
Sinopsis.-
El Cosmódromo de Baikonur es una histórica instalación de lanzamiento espacial en Kazajistán. Al igual que sus vecinos, el joven Iskander sobrevive gracias a la recolecta de chatarra que cae durante los lanzamientos pero, a diferencia de éstos, cuenta con información privilegiada procedente de una radio con la que espía las comunicaciones de la base. Sin embargo, en su última incursión, Iskander no regresa con chatarra sino con una bella astronauta amnésica a la que convence de que es su esposa. Baikonur es una legendaria estación espacial de la antigua Unión Soviética, bajo control ruso en la actualidad, aunque se encuentra en territorio de Kazajistán, que, entre la década de los años 50 y los 80, se convirtió en centro de operaciones del programa espacial soviético. Ahora sirve de base de lanzamiento de cápsulasde apoyo para la Estación Espacial Internacional. El director alemánVeit Helmer, premiado en Sundance con «Absurdistan», construye una comedia dramática costumbrista, tomando como referencia la histórica base de lanzamiento, alrededor de unos personajes que sobreviven de recuperar la chatarra que cae del espacio durante el transcurso de las misiones espaciales. Baikonures una coproducción, en la que intervienen tres países Alemania, Rusia y Kazajistán, que ironiza sobre el peligro que corren los habitantes de la estepa kazaja ante la «basura espacial» que cae del cielo, una amenaza para la seguridad personal de sus familias además de un medio de vida. El actor kazajo, residente en Rusia, Alexander Asochakov debuta en el cine con el papel de un pícaro, apodado «Gagarin» en honor del famoso cosmonauta soviético, que sobrevive recolectando chatarra de las cercanías del complejo de la estación espacial. Le acompaña en Baikonurla famosa modelo francesa Marie de Villepin, a la que hemos visto en el reciente biopic de «Ives Saint Laurent», que aborda su primer papel como protagonista.
Baikonur en la Música
Baikonur es el nombre que ha adoptado una banda Chilena de PostRock, compuesta por: Daniel Guzmán (Guitarra), Rodrigo Nanjarí (Guitarra), Carlos Astorga (Guitarra), Gonzalo Donoso (Bajo), Ariel Acosta (Batería). Se formó en el 2012 de la unión de dos bandas: Inhabitante y Aeterna. Desde entonces, y como pilar central el post-rock, han estado tocando y componiendo distintas canciones hasta que en septiembre del 2013, sacaron su primer disco juntos: ¿Quién vigila al hombre cansado?; del cual dicen estar bastante contentos. El nombre surge de un cuento de J.L. Borges llamado “Utopía de un hombre cansado”. Gracias al éxito de su primer álbum, Baikonur recibió la invitación de parte de la producción de Dunk! Festival, el festival de post rock más importante de Europa, en su versión 2016 que se realizó del 5 al 7 de mayo en Bélgica. Esta invitación significó un plan de intercambio trabajado en conjunto con el festival y el sello nacional LeRockPsicophonique, que busca instalarse como el sello de post rock y rock alternativo en Chile.
En otras curiosidades musicales, Space is Hell…
https://vostokzero.bandcamp.com/track/i-left-my-heart-in-baikonur-cosmodrome