Detroit, la ciudad fantasma que intenta revivir
Detroit, epicentro mundial de la automoción en tiempos mejores, parece una ciudad deshabitada. La ciudad ha perdido un 60% de su población desde los años cincuenta y ahora tiene unos 700.000 habitantes. Tan solo entre 2000 y 2010 experimentó la salida de una cuarta parte de sus habitantes, lo que dejó zonas convertidas en barrios fantasmas.
La capital del motor estadounidense lleva en caída libre desde los años 90, tras nefastas gestiones de alcaldes, a lo que se sumó la crisis financiera de 2008, y terminó por acabar en suspensión de pagos. Al día de hoy, este es el aspecto que presentan algunos rincones de la ciudad…
1. Laboratorio de ciencias de un colegio
2. Estadio de fútbol Pontiac Silverdome
3. El colegio George Ferris
Detroit empezó a venirse abajo cuando el Gobierno de Estados Unidos permitió un hueco de entrada comercial para las empresas automotrices extranjeras, lo que de inmediato ocasionó que los fabricantes nacionales perdieran cuota del mercado, situación que se reflejó en la pérdida de empleos y quedando abandonados miles de fábricas, comercios, escuelas, iglesias y casas, quedando todo con una apariencia fantasmal en un lapso de tiempo contínuo.
4. Cementerio de autobuses escolares
5. La fábrica de acero Trenton McLouth
A principios del siglo XX Detroit era una ciudad orgullosa, y no era de extrañar, se trataba de la cuarta ciudad de Estados Unidos, únicamente detrás de las más grandes; New York, Los Angeles y Chicago. Detroit fue uno de los centros económicos y comerciales de Estados Unidos. Una ciudad en la que se instalaron los «Tres Grandes» de la industria automotriz norteamericana (General Motors, Ford y Chrysler). Una industria que contribuía directamente e indirectamente con uno de cada diez empleos en los Estados Unidos.
6. Vecindario de Grixdale, en el norte de la ciudad
El gran problema de Detroit fue la perdida de habitantes, su censo oficial mostraba una aplastante tendencia histórica: en 1950 el municipio contaba con 1.900.000 habitantes. En 1990, había perdido casi la mitad y se había visto reducida a 1 000 000. Detroit sigue en caída libre desde 2008, cuando comenzó la crisis financiera en Estados Unidos. Por su dependencia en la industria automotriz, el área de Detroit es más vulnerable a los ciclos económicos que la mayoría de las grandes ciudades. Un alza en la fabricación de automóviles con tecnología de robots, la mano de obra más barata en otras partes del mundo y el aumento de la competencia en el sector ha conducido a la desaparición de gran parte del empelo en la región.
En junio de 2013, el área metropolitana de Detroit acumulaba una tasa de desempleo de 9,4 por ciento, según cifras estatales. Sólo en el estado de Michigan, 408 mil personas estaban desempleadas y buscando trabajo.
Detroit tiene, además, unos 78 mil edificios abandonados, convirtiendo sus calles en una auténtica ciudad fantasma.
La apuesta por los casinos, el béisbol y fútbol americano y el desarrollo inmobiliario no dieron sus frutos. Al contrario. La ciudad aceleró su decadencia ligada a la fuerte corrupción política desarrollada durante los 90. Hoy la situación es otra: su población no paro de caer hasta los 700 mil habitantes y tiene los peores índices en materia de desocupación, pobreza, criminalidad y analfabetismo.
7. Interior del parque de bomberos Highland Park
8. Iglesia Woodward Presbyterian Church
Tesoros urbanos
Con la gran cantidad de inmuebles abandonados, existen grupos de personas que actualmente se denominan exploradores urbanos, quienes tienen por hobby escrudiñar entre los escombros de edificios y almacenes abandonados para recuperar objetos que pudieran resultar valiosos. No hace mucho un grupo de éstos jóvenes exploradores localizó en uno de esos almacenes una gran colección de tarjetas deportivas coleccionables valuada en más de 1 millón de dólares.
Renacer
Caminar por Detroit sigue siendo igual de desolador que antes de la quiebra. No se ve en la calle más que algún vagabundo perdido. La ciudad tampoco está pensada para recorrerla a pie: casi no hay locales a la calle y la vida allí parece circunscribirse a traslados en auto por una red de autopistas interconectadas para ir de casa al trabajo, o al hipermercado, o al shopping.
El cambio que sí es observable pasa por una disminución drástica de los edificios en estado de abandono. Menos vidrios rotos, menos escombros de incendios. Inclusive, este año no se vieron protestas por despidos en la puerta del Salón del Automóvil como sí los hubo en años anteriores. Estados Unidos marcó un récord de venta de autos en 2015 (más de 17 millones de unidades patentadas). Y cuando a las automotrices les va bien, hay empleo y Detroit crece.
Pero además hay otros factores. «El multimillonario Dan Gilbert. Él movió su compañía de 10.000 trabajadores al centro de Detroit y ha comprado ya más de 70 edificios», subrayó Lowell Boileau. ¿Quién es Dan Gilbert? Es el propietario de Quicken Loans, la segunda mayor entidad de préstamos hipotecarios de Estados Unidos. Su fortuna es de u$s 4.200 millones y también es dueño de Cleveland Cavaliers, el equipo de la NBA. Gilbert es uno de los principales financistas de la reactivación de Detroit. Además de trasladar a sus empleados y restaurar edificios, instó a otras compañías a que hicieran lo mismo con un buen resultado. Gilbert, exestudiante de las universidades de Michigan y de Wayne, también levantó centros de esparcimiento para sus empleados. Por primera vez, el número de trabajadores en la ciudad está en ascenso, y la proyección es que continúe en esa senda. El objetivo es triple: adquirir propiedades a bajo costo, prosperar aún más en sus negocios y ayudar en la reconstrucción de Detroit.
«Varios rascacielos hermosos que estaban en ruinas han sido o están siendo restaurados. Todas las propiedades de alquiler se toman y los desarrolladores se apresuran a llenar la enorme demanda. Detroit está siendo citado como un ‘comeback’ en todo el mundo», apuntó Boileau, quien no obstante manifestó que los problemas en los barrios continúan y que la recuperación completa sigue siendo lejana.
«Detroit seguirá cambiando. A corto plazo las buenas zonas seguirán en ascenso, y ya parecen estar en condiciones mucho mejores que en cualquier momento de las últimas décadas», manifestó Kevin Bauman. E hizo referencia a las subastas que se organiza a nivel municipal para adjudicar propiedades: se acercan vecinos a comprar lotes vacíos por escasos u$s 100 y de paso ayudan a mantener la ciudad. Si bien parece poco adquirir un lote ese monto, se recuerda que para 2008, en plena crisis, había propiedades que se vendían por menos de u$s 1, como una lata de gaseosa. Otro plan del gobierno apunta a demoler los edificios abandonados para mejorar el aspecto de la Motor City. «El progreso está sucediendo y se anuncian nuevos desarrollos casi a diario. He estado en Detroit desde la década de 1960 antes de su plena decadencia. La situación actual es la más optimista desde aquellos días», dijo Boileau. Bauman, por su parte, también hizo mención a los jóvenes «que ven Detroit como un lugar de oportunidades».
La ciudad empieza, como otras metrópolis del mundo, a ser parte de las tendencias del street art. La colección del Instituto de Arte, que llegó a estar a punto de venderse para saldar deudas, también quedó a salvo: están los imponentes murales industriales de Diego Rivera de la década de 1930 que realzan a los obreros de las automotrices. La música también vuelve a sonar: Rock City es otro de los motes de la ciudad gracias a una canción de Kiss y a una película de 1999 que retoman esta tradición. Y otra forma artística más curiosa se da entre aquellos que compran casas abandonadas por pocos dólares para transformarlas en muestras permanentes. Ejemplos, Lisa Waud, una florista que decoró una vivienda de quince habitaciones en ruinas con cien mil flores, o el Heidelberg Proyect, donde se decoran casas con objetos como muñecos de peluche y que también sufrió ataques de pirómanos.
En esos casos está lo simbólico y, quizás, la esperanza de Detroit: reanimar sus restos, crear sobre lo que alguna vez fue.