Los campos magnéticos de la galaxia
La misión Planck estudió el firmamento entre los años 2009 y 2013 para analizar la luz más antigua del Universo – la radiación cósmica de fondo. Esta señal está oculta tras las emisiones de la materia difusa presente en nuestra galaxia que, a pesar de ser un estorbo para los estudios cosmológicos, es muy importante para comprender la formación de estrellas y otros procesos de la Vía Láctea.
Los científicos de la Colaboración Planck están estudiando las emisiones polarizadas del polvo interestelar para deducir la estructura del campo magnético de la Vía Láctea, y analizar el papel que jugó el magnetismo en el desarrollo de nuestra galaxia y en el proceso de formación de estrellas.
En esta imagen la escala de color representa la intensidad de la radiación del polvo cósmico, dejando entrever la estructura de las nubes interestelares de nuestra galaxia, y la textura está basada en la dirección de la luz polarizada, lo que a su vez indica la orientación del campo magnético.
Esta ilustración destaca la compleja relación que existe entre el campo magnético y la estructura del medio interestelar a lo largo del plano de la Vía Láctea. En ella se puede ver cómo las líneas de campo están más ordenadas a lo largo del plano galáctico, donde acompañan a la estructura espiral de nuestra galaxia. Por encima y por debajo de este plano se distinguen pequeñas nubes en las que la estructura del campo magnético se vuelve menos regular.
A partir de estas observaciones y de otros estudios similares, los científicos de Planck han descubierto que las nubes filiformes están mayoritariamente alineadas con la dirección del campo magnético local, lo que pone de manifiesto el fuerte papel que ha jugado el magnetismo en la evolución de la galaxia.
Las emisiones del polvo cósmico se determinaron a partir de una serie de observaciones realizadas por Planck a 353, 545 y 857 GHz, y la dirección del campo magnético se derivó de los datos de polarización tomados por Planck a 353 GHz. (Fuente: ESA)