Mundial Brasil 2014: Un penal al medio ambiente
Brasil 2014 es el Mundial de fútbol con el mayor impacto ambiental de la historia, a pesar de algunas medidas positivas. Éste podría recordarse como el Mundial de fútbol con el mayor impacto ambiental de la historia. A pesar de las medidas aprobadas para conseguir un campeonato «verde», diversos expertos y sectores ambientalistas destacan la elevada huella ecológica de su puesta en marcha o el movimiento multitudinario de personas.
La organización de un gran acontecimiento deportivo como un mundial de fútbol genera una elevada huella ecológica. En el caso de Brasil 2014, el impacto ambiental proviene de la construcción o remodelación de los doce estadios y el resto de infraestructuras necesarias, o del transporte de los 3,7 millones de personas que se espera lleguen al país sudamericano.
La organización del Mundial, la FIFA, estimó que se generarían cerca de 2,72 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) equivalente, uno de los principales gases de efecto invernadero (GEI) implicados en el cambio climático. La huella de carbono sería cerca de trece veces mayor que en el Mundial de Alemania 2006. En el caso de Sudáfrica 2010 se emitieron 1,65 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) equivalente.
Los desplazamientos supondrán casi el 84% de dichas emisiones totales generadas en el torneo, según la FIFA. La energía para los estadios, la comida, la generación de residuos y las construcciones temporales se quedan con casi el 10%. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) calcula que las emisiones equivaldrán a las producidas cada año por unos 534.000 automóviles.
Además de las emisiones de CO2, otro impacto ecológico llamativo es la ubicación del Arena Amazonia, un estadio en plena selva que le da nombre, una de las zonas más delicadas ambientalmente del planeta. Las críticas han venido no solo por el gasto económico, unos 240 millones de euros, unos 30 millones de euros más de lo presupuestado. Su construcción ha supuesto un importante impacto ecológico, más grave si cabe por ser unestadio infrautilizado en cuanto a excesiva capacidad y para unos pocos partidos.
La organización también ha recibido críticas por la construcción precipitada y sin criterios de sostenibilidad y de recuperación posterior de los recursos. Por ejemplo, no queda claro si se aprovecharán tras el Mundial las instalaciones de energías renovables desarrolladas para la ocasión.
Algunas medidas positivas
La FIFA y las autoridades brasileñas han destacado las medidas aprobadas para conseguir un Mundial «verde». Sin embargo, han sido criticadas por diversos expertos y sectores ambientalistas por su escasa repercusión real, la falta de datos oficiales y ser más bien un lavado de imagen:
- Dos de los estadios se alimentan de energía solar y han recibido el certificado LEED de sostenibilidad ambiental. También se han empleado materiales reciclados y sistemas para reutilizar el agua de lluvia.
- Se han puesto en marcha unos créditos de carbono para compensar las emisiones de CO2 producidas en el Mundial. Este sistema, aprobado por Naciones Unidas, consiste en «comprar» una determinada cantidad de CO2 emitido para posibilitar iniciativas que lo contrarrestan, como plantar árboles. Las empresas adheridas pueden darse a conocer como patrocinadores «verdes» del Mundial.
- Se ha aprobado una nueva ley ambiental para mejorar la gestión de los residuos y aumentar las tasas de reciclaje utilizando además desempleados locales.
- La FIFA, junto al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), ha creado un «Pasaporte Verde«. Mediante esta aplicación, los turistas pueden saber cómo reducir su impacto ambiental.
- La venta de productos ecológicos y locales se desarrolló durante los partidos.
Fuleco: una mascota amenazada sin ayuda
La mascota del Mundial 2014 simboliza esa buena voluntad que luego no corresponde con la realidad. Fuleco, un nombre que viene de unir las palabras fútbol y ecología, representa un armadillo de tres bandas. Este animal está incluido en la lista de especies amenazadas desde hace más de doce años y los expertos creen que si no se hace nada para su conservación, podría desaparecer en menos de 50 años.
Un mes antes de la celebración del Mundial, un grupo de científicos reclamó a la FIFA y al Gobierno brasileño diversas medidas y apoyo económico para luchar contra la extinción del «tatu-bola», como se le conoce popularmente. El Gobierno anunció la creación de dos áreas protegidas, pero el plan carece de financiación económica.
Las redes sociales se han movilizado para llamar la atención de la responsable de Medio Ambiente del Gobierno brasileño: una petición en Change.org ha reunido más de 100.000 firmas para lograr la protección real del armadillo.